UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA

UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA
UNA DE BUENOS AMIGOS

lunes, 7 de diciembre de 2015

Maratón de Málaga 2015

Hoy, 7 de diciembre de 2015 (para mí, "el día después"), toca hacer balance de lo que ha sido mi reto deportivo esta temporada.
Corría el mes de agosto cuando, previa aprobación de mi señora esposa, decidí embarcarme en esta aventura sin precedentes en mi corta carrera atlética. Con mi residencia fijada en Benajarafe, continuar mis entrenamientos de una forma habitual con mis compañeros del club Nerja en Carranque se convirtió en una empresa harto complicada. Fue así como contacté con el Club Vélez para alistarme en su GRUPO de preparación al Maratón. Luego explicaré el porqué de las mayúsculas...
A mí favor jugaban la cercanía y sobre todo, el hecho de que la inmensa mayoría de sus atletas populares fueran primerizos en este desafío. Siempre es positivo compartir una experiencia de esta entidad con gente que tampoco sabe a qué se enfrenta... Por eso de la inocencia y la alta motivación, o al menos eso se me hizo creer, xd.
Paso a paso, entreno a entreno, domingo a domingo, ladrillo a ladrillo... Fuimos construyendo, desde los cimientos, lo que a la postre sería un logro compartido. Hubo lesionados, otros (entre los que me incluyo) que luchábamos día a día por sacar un rato para entrenar, miedos e incertidumbre... Nada de eso consiguió empañar, ni durante un mísero instante, la alegría y el buen hacer del GRUPO. Cada mañana, sobre las 6 am, ya se daban los buenos días en el wassap y se proponían las diversas quedadas para afrontar lo que preveía el planning diario. Así da gusto eso de correr algo más de 42 kilómetros, o no? No había excusa posible para no cumplir con el entreno.
Por esto, junto con la compañía y la amistad forjada, doy las gracias a este GRUPO de personas que, en su tiempo libre, corren maratones. Gracias de corazón por entrar en mi vida. Espero que lo de las mayúscula haya quedado implícito en todo lo narrado...
Ahora toca hablar un poco de mi experiencia personal. En un primer momento, el objetivo para esta primera Maratón era claro: bajar de las 3:30. Con el paso del tiempo, fui acumulando kilómetros y experiencia. Las sensaciones eran óptimas y los ritmos bastante mejores de lo esperado, circunstancias que me llevaron a plantearme el rondar las 3:20. Pero el devenir diario juega también su papel, y 2 días antes de la gran cita, mi pequeño Óliver me pegó un resfriado de categoría. Se encendieron todas las alarmas y recé todo cuanto sabía para recuperarme en un tiempo récord, sin embargo, el virus venía con flojera muscular de la mano (me cachis!).
La mañana de la prueba os podréis imaginar cómo me levanté. Me asaltaban las dudas sobre mi rendimiento y las tos aún no había remitido. Toda esta preocupación se esfumó de un plumazo cuando me vi en el cajón de salida, rodeado por amigos y desconocidos que compartían los mismos sueños. Pensé: "Voy a darlo todo, seguro que me encontraré fenomenal".
Pistoletazo de salida y a correr. No dejarme llevar por la euforia inicial, ritmo controlado. Y así fue, pasé por la Media Maratón según lo planeado (1:39), acompañado de un nutrido grupo de atletas madrileños. Las sensaciones eran inmejorables, ritmo que me permitía hablar sin dificultad, aunque la flojera ya parecía llamar a la puerta.
Kilómetro 24, me encuentro a mi querida Lisa. Corro para chocarle la mano y sus gritos de ánimo me dan alas. Cómo se agradece que los tuyos se echen a la calle para empujarte. Vamos a por los 18 restantes.


Sobre el 28 entramos en el estadio de atletismo, siempre acompañado de mis chicos de "La Gavia" (todos de llamativo naranja), a punto de encarar la vuelta a la ciudad. Entre nosotros venía un señor mayor que llevaba 142 maratones a sus espaldas y no paraba de repetirnos: "La media maratón es el kilómetro 32"; la experiencia es un grado. 
Por aquel entonces la falta de fuerzas se empezaba a generalizar. Cuando el cuerpo lucha sin cuartel contra un virus, queda debilitado y no permite a uno hacer sobreesfuerzos. Menos aún una Maratón. En el 32 comienzan los calambres en el isquio por lo que he de aplicarme réflex en varias ocasiones. Hugo me adelanta y me da un antiinflatorio que sabe a gloria. Bajo mi ritmo a 5:00 - 5:20, aprieto los dientes y pienso en que a la altura del teatro romano me esperan mi mujer y niño. Esto me lleva a cubrir los kilómetros sin dificultad, no hay rastro del famoso "muro", las mieles del triunfo ya se empiezan a saborear. Me pasan Felipe y Sera, no puedo seguirlos y continúo a lo mío. Mi batalla es otra, se llama resfriado. No me cabe duda que puedo derrotarlo.
Kilómetro 40. Como era de esperar, mi preciosa Esther, con el pequeño Óliver en sus brazos, aguardan mi llegada para darme el último empujón. Con ellos María José, la mujer de Lorenzo, que también se desgañita para lanzarme en pos de mi sueño. Miro el Garmin y vuelvo a ir a 5 "pelao". De aquí hasta el final. Ay que ver lo que influye una inyección de motivación mental en el rendimiento...
Calle Larios, repleta de malagueños y malagueñas que vitorean a los gladiadores. La meta está ya ahí. Veo el arco de entrada, los gritos de ánimo me empujan. Puedo parar el crono en 3:26 por lo que hago un último esfuerzo para cruzar esa ansiada línea... Lo he conseguido, soy maratoniano.
Mientras escribo estas líneas se me están empañando los ojos. Es una sensación indescriptible, un logro al alcance de muy pocos. Gracias a tod@s los que me habéis apoyado, sobre todo a mi familia. Os he quitado tiempo para completar esta gesta. Gracias por la comprensión.
Durante 15 minutos estoy muy mareado. Las fuerzas flaquean, la visión algo borrosa. Ya no importa, la batalla la he ganado. He sabido sufrir en condiciones muy adversas y puedo saborear la victoria. De repente me veo pensando en la próxima ("Por Dios, he de estar perdiendo el juicio"). Y así, el asfalto genera dependencia y esto de hacer 42195 metros es adictivo. Soy maratoniano.
Por último, disfruto del post-carrera en un entorno inmejorable, acompañado de aquellos que me han allanado el terreno durante los meses previos. Somos maratonianos y merecemos celebrarlo. Hemos tocado el cielo. Gracias de nuevo y hasta la próxima.