El domingo puse el foco en ellas: todas esas supervivientes que inspiran y se erigen en ejemplo de superación. Hoy, si me lo permitís, os hablaré de aquello que sucede entre bambalinas, fuera de los ojos atentos del público general.
Estas mujeres tienen, cuando se deciden por la vía penal, el apoyo incondicional de muchas personas. Entre estas, por supuesto, se encuentra la Policía Nacional. Voy a barrer para casa - por algo a este espacio lo bauticé "El pequeño rincón de Álvaro" -. Y es que gran parte de la culpa de la supervivencia de muchas valientes la tenemos nosotros (y vosotras, mis queridas compañeras).
Las Unidades de Familia y Mujer llevan desde 2015 prestando una atención integral y especializada a víctimas de violencia de género. Para que no haya confusiones, conviene puntualizar que desde estos equipos también se investigan conductas penales incluidas en el ámbito doméstico o familiar - entre las que se encuadran los casos en los que la mujer aparece como sujeto activo del delito -; y aquellas que afectan a la libertad e indemnidad sexual. En este último apartado las víctimas son mujeres en un elevadísimo porcentaje. Todo hay que decirlo.
Contaba que sobre la Policía podemos depositar un buen pellizco de responsabilidad en materia de auxilio y protección de mujeres maltratadas. Porque, al fin y al cabo, las Fuerzas de Seguridad han de avanzar al compás de la ciudadanía: en la actualidad, huelga recordarlo, la igualdad está de moda. Así las cosas, toca posicionarse en el extremo opuesto al machismo; abogar por la especialización y la concienciación de los especialistas policiales; crear una red de ayuda a las víctimas en la que la coordinación interinstitucional ocupe un lugar central.
Pero no solo de represión vive la política criminal. Para que el cambio pueda ser una realidad, la mayor parte de los esfuerzos han de recaer en otro ámbito: el de la prevención. Que conste que no me refiero a la presencia policial en las calles - por cierto, necesaria en la evitación de conductas criminales -, aquí pretendo poner el acento en el campo de la educación. ¿La Policía trabaja el aspecto educacional? Por supuesto, además de la concienciación social. Nos podéis encontrar en centros educativos, en A.M.P.A.s, en mesas redondas multidisciplinares, en jornadas de formación... Porque, como apuntaba, el castigo no nos conducirá a la meta.
Así las cosas, seguiremos del lado de quienes más lo necesitan: las víctimas. Por ellas.
Las Unidades de Familia y Mujer llevan desde 2015 prestando una atención integral y especializada a víctimas de violencia de género. Para que no haya confusiones, conviene puntualizar que desde estos equipos también se investigan conductas penales incluidas en el ámbito doméstico o familiar - entre las que se encuadran los casos en los que la mujer aparece como sujeto activo del delito -; y aquellas que afectan a la libertad e indemnidad sexual. En este último apartado las víctimas son mujeres en un elevadísimo porcentaje. Todo hay que decirlo.
Contaba que sobre la Policía podemos depositar un buen pellizco de responsabilidad en materia de auxilio y protección de mujeres maltratadas. Porque, al fin y al cabo, las Fuerzas de Seguridad han de avanzar al compás de la ciudadanía: en la actualidad, huelga recordarlo, la igualdad está de moda. Así las cosas, toca posicionarse en el extremo opuesto al machismo; abogar por la especialización y la concienciación de los especialistas policiales; crear una red de ayuda a las víctimas en la que la coordinación interinstitucional ocupe un lugar central.
Pero no solo de represión vive la política criminal. Para que el cambio pueda ser una realidad, la mayor parte de los esfuerzos han de recaer en otro ámbito: el de la prevención. Que conste que no me refiero a la presencia policial en las calles - por cierto, necesaria en la evitación de conductas criminales -, aquí pretendo poner el acento en el campo de la educación. ¿La Policía trabaja el aspecto educacional? Por supuesto, además de la concienciación social. Nos podéis encontrar en centros educativos, en A.M.P.A.s, en mesas redondas multidisciplinares, en jornadas de formación... Porque, como apuntaba, el castigo no nos conducirá a la meta.
Así las cosas, seguiremos del lado de quienes más lo necesitan: las víctimas. Por ellas.
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