Hoy os traigo, del rico refranero
castellano, “negar la mayor”. Lo que vendría a ser, básicamente, dar la espalda
a la realidad o remar a contracorriente, a sabiendas de lo que supone. Algo
que, aunque cueste creerlo, está de moda en un ámbito de tanta importancia como
la búsqueda de la igualdad.
El momento actual, por suerte o
por desgracia, empuja a la polarización. El mejor ejemplo para explicar esta
situación nos remite a la política: pareciera, a escasos día de los comicios
generales, que solo existe la izquierda y la derecha. No solo eso, sino que
además ambas han de tender a la búsqueda de los extremos. El término medio, la
escala de grises; han pasado, quiero pensar que temporalmente, a mejor vida.
En materia de igualdad de
derechos y oportunidades entre mujeres y hombres ocurre algo parecido. Y es que
no debemos perder de vista que lo personal es político. Ante los indudables
avances del feminismo, una parte de la sociedad ha optado por situarse en la
más combativa oposición. Una reacción, en algunos casos, que incluso llega a
virar a agresiva, sobre todo si se cuenta con el paraguas protector del
anonimato en redes sociales. Una especie de “todo vale” en el mundo virtual,
con tal de mantener intactos mis privilegios y, por ende, la desigualdad por
razón de género.
Todo esto que os cuento choca de
lleno con la realidad de los datos. Algo que, sin duda, cuesta comprender. ¿Cómo
es posible negar el alcance social de la violencia sobre la mujer? Según el
Consejo General del Poder Judicial, cada día de 2018 se registraron 457
denuncias de media por maltrato en el ámbito de la pareja. Nada más y nada menos.
Pero, para ellos – y ellas, todo hay que decirlo – el verdadero problema radica
en el “alto porcentaje” de denuncias falsas, ese que ningún año alcanza el 0’1%
del total, si nos remitimos a las estadísticas de la Fiscalía General del
Estado.
Sigamos: cuando les dicen que el
machismo mata, que al año una media de 60 hombres asesinan a quienes son o
fueron sus parejas (mujeres); son capaces de achacar el problema a los
extranjeros, o apuntar que “no todos los hombres matan”. Acabáramos. También,
por cierto, nos recuerdan que los hombres son asesinados en una proporción mucho
mayor que las mujeres, obviando, de plena conciencia, que sus asesinos son
también hombres en su inmensa mayoría.
Venga, que ya hemos cogido
carrerilla: en una ciudad como Málaga, el año pasado se registraron un total de
225 presuntos delitos contra la libertad e indemnidad sexual (aquí entra el Título
del Código Penal completo: abusos, agresiones, acosos, etc), según el último
Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior. Esto, traducido a horas,
quedaría de la siguiente manera: cada 40 horas aproximadamente se comete una
supuesta infracción penal del Título VIII del Código Penal, es decir, de
naturaleza sexual. Voy un poco más allá, si me lo permitís: en casi todos
coincide el sexo de víctima y presunto agresor. Mujer, la primera; varón, el
segundo.
No hay nada como darse un buen
baño de estadísticas oficiales para abrir los ojos, ¿no os parece? Aún así,
todavía algunos – y algunas, por desgracia – seguirán “negando la mayor”.
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