A tod@s os sonará el caso de Olvido Hormigos, exconcejala socialista de un pequeño pueblo de Toledo. En mayor o menor detalle, conoceréis la historia de esta señora que, un buen día del pasado 2013 - madre mía qué lejos parece quedar...-, decidió enviar un vídeo de contenido erótico a un amigo. Se trataba de un archivo en el que aparecía ella, en la privacidad de su domicilio, en actitud íntima y con plena conciencia de lo que hacía. Lo que claramente no pasó por su cabeza en ese álgido instante fue que esas imágenes pudieran llegar a terceras personas no deseadas, como así ocurrió.
Éste es el origen del nuevo tipo penal contra la intimidad conocido como "sexting". Tendremos que leer hasta el apartado segundo del artículo para llegar a la agravante por género (es decir, por existir o haber existido una relación conyugal o simplemente afectiva entre autor y víctima), conducta bautizada por la Doctrina como "revenge porn" (en castellano antiguo, venganza pornográfica). Es increíble como nos gusta adoptar la terminología anglosajona, pareciera que hasta suena mejor. Hay que reconocer a estos americanos que siempre van un paso por delante, incluso dos si el tema a debatir involucra tecnología.
Como venía diciendo, desde el pasado mes de julio de 2015 contamos con un artículo en el Código Penal que castiga esta conducta. Por cierto, ¿De qué conducta hablamos? Ah, sí. De difundir o simplemente enviar a terceros archivos - vídeo o imágenes - de contenido íntimo, sin el consentimiento del titular. Se trata de documentos gráficos que fueron tomados mediando la voluntad de todos los participantes, sin embargo, en ningún momento se llegó a autorizar una ulterior transmisión o envío a terceros.
Hechas las presentaciones (Blogger, revenge porn; revenge porn, blogger), me gustaría contaros una de las investigaciones que hemos desarrollado en mi Grupo y, si me permitís, aconsejaros para evitar veros en el lugar de la pobre Olvido. Que conste que sólo hablaré de aquellos incluidos en el ámbito de la violencia de género, es decir, las cifras fuera de esta problemática son, sin lugar a dudas, muy superiores y no se tendrán en cuenta por escaparse a nuestra esfera de influencia. Por otro lado, también resulta de interés el hecho de que todas las actuaciones llevadas a cabo tienen por víctima a una mujer.
Bien, en el año y medio transcurrido desde su instauración en España, en Málaga capital (mi ámbito de trabajo), se han detectado alrededor de unos 10 casos. ¿Son muchos o pocos? Depende de cómo se mire. Digo esto porque nos encontramos en el plano de la intimidad, lo más sagrado de la persona, por lo que la cifra negra no es ni mucho menos inapreciable. Es más, me atrevo a afirmar que esas 10 investigaciones son sólo la punta de iceberg.
Con cifra negra hago alusión a aquellas infracciones que no se denuncian y, por tanto, no dejan constancia estadística en las bases de datos policiales. La motivación para decantarse por no compartir con la Policía lo ocurrido es comprensible y lleva por nombre vergüenza. Todos y todas, en cantidades diversas, tenemos de eso último e intentamos evitar airear nuestra vida privada.
Siempre he dicho que el mayor acto de valentía de una víctima de violencia de género es plantarse en una Comisaría y compartir sus secretos con un desconocido. Así es, una completo desconocido a quien transmitimos nuestros miedos y preocupaciones, y de quien esperamos una respuesta acorde a nuestras expectativas. Es más, no es seguro que el especialista policial encargado de oírnos en declaración sea del sexo femenino. Otra piedra más en el camino... Narrar a un hombre cómo otro hombre me ha tenido sometida durante los últimos dos años, cuando no me queda ni una pizca de confianza en el sexo masculino. En definitiva, un acto de valentía como la copa de un pino. Punto pelota.
Sirva como consuelo que, desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se fomenta que la capacidad de empatizar del Policía especialista esté desarrollada. Sea hombre o mujer, te va a escuchar y se va a poner en tu lugar, así que adelante, denuncia!
Inciso hecho, decía que la motivación para no solicitar el auxilio de la Autoridad recae en la vergüenza. Ésta no se limita sólo a hablar con un desconocido, no señor, además se extrapola a personas de nuestro círculo más cercano. "Si denuncio puede que mi padre se entere de que Jorge y yo grabamos un vídeo de contenido íntimo..." Esta segunda parte también juega un papel fundamental en la toma de decisión.
A lo tonto, a lo tonto, llevo ya un un buen tocho escrito y todavía no he entrado en faena. Dicho y hecho, paso a narrar un caso real. Se trata del más reciente que hemos tenido, en concreto data de la semana pasada. Una chica denunció que su ex-pareja había enviado un vídeo de ambos al primo de éste último. En el vídeo la joven aparecía practicándole una felación y se la podía identificar perfectamente. Resulta que el primo (receptor del archivo) había sido su pareja antes, y a la fecha de la denuncia pareciera que estaban retomando de nuevo la relación. La motivación del autor en este caso era clara: venganza por despecho.
Con cifra negra hago alusión a aquellas infracciones que no se denuncian y, por tanto, no dejan constancia estadística en las bases de datos policiales. La motivación para decantarse por no compartir con la Policía lo ocurrido es comprensible y lleva por nombre vergüenza. Todos y todas, en cantidades diversas, tenemos de eso último e intentamos evitar airear nuestra vida privada.
Siempre he dicho que el mayor acto de valentía de una víctima de violencia de género es plantarse en una Comisaría y compartir sus secretos con un desconocido. Así es, una completo desconocido a quien transmitimos nuestros miedos y preocupaciones, y de quien esperamos una respuesta acorde a nuestras expectativas. Es más, no es seguro que el especialista policial encargado de oírnos en declaración sea del sexo femenino. Otra piedra más en el camino... Narrar a un hombre cómo otro hombre me ha tenido sometida durante los últimos dos años, cuando no me queda ni una pizca de confianza en el sexo masculino. En definitiva, un acto de valentía como la copa de un pino. Punto pelota.
Sirva como consuelo que, desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se fomenta que la capacidad de empatizar del Policía especialista esté desarrollada. Sea hombre o mujer, te va a escuchar y se va a poner en tu lugar, así que adelante, denuncia!
Inciso hecho, decía que la motivación para no solicitar el auxilio de la Autoridad recae en la vergüenza. Ésta no se limita sólo a hablar con un desconocido, no señor, además se extrapola a personas de nuestro círculo más cercano. "Si denuncio puede que mi padre se entere de que Jorge y yo grabamos un vídeo de contenido íntimo..." Esta segunda parte también juega un papel fundamental en la toma de decisión.
A lo tonto, a lo tonto, llevo ya un un buen tocho escrito y todavía no he entrado en faena. Dicho y hecho, paso a narrar un caso real. Se trata del más reciente que hemos tenido, en concreto data de la semana pasada. Una chica denunció que su ex-pareja había enviado un vídeo de ambos al primo de éste último. En el vídeo la joven aparecía practicándole una felación y se la podía identificar perfectamente. Resulta que el primo (receptor del archivo) había sido su pareja antes, y a la fecha de la denuncia pareciera que estaban retomando de nuevo la relación. La motivación del autor en este caso era clara: venganza por despecho.
Nos encontramos con un triángulo amoroso del que había salido damnificada la mujer. Por fortuna el envío del archivo se quedó ahí, no alcanzando las redes sociales, por poner el ejemplo más extremo de difusión. Una vez "salta" a la Red no habrá forma de eliminarlo.
De vuelta al caso, comprobado que el envío se había producido y que el primo había recibido el archivo en su teléfono, se practicó con premura la detención del presunto autor (asegurando la intervención de su terminal móvil y de otros dispositivos de almacenamiento de datos). Resulta que tenía en su posesión varios vídeos de contenido sexual, aparte de aquel difundido ilícitamente.
Se trata de un caso con final feliz, donde quedó demostrado el envío, recuperados los archivos y así se evitó que los mismos siguieran circulando entre terceras personas ajenas. No todos han sido así, por desgracia. Está en nuestras manos poner medidas para que nuestra intimidad no sea vulnerada. Fijaos que no he usado el verbo "evitar", de una manera más que consciente. Y es que no está en mi mano deciros lo que hacer con vuestras vidas, ni mucho menos, pues sólo vosotros sois dueños de vuestros actos. ¿Le puedo enviar a mi novio fotos desnuda? Por supuesto; claro; es algo bastante común en la era postecnológica, de hecho; etc, etc. Sólo te pido que te asegures de que puedes confiar en él, de que te obligues a conocerlo a fondo y no te aventures. Piensa las cosas dos veces. Las relaciones a veces terminan de manera tormentosa, no le des la opción de chantajearte emocionalmente o incluso hacerte un daño social profundo.
Recuerda: El amor es confianza y en ningún caso control. Tú eres la única dueña de tu cuerpo y nadie, repito, nadie puede decirte lo que debes hacer con él. Hasta aquí mi experiencia con el revenge porn, espero que os sea de utilidad. See you soon.
P.D.- Más abajo os dejo el póster diseñado en Reino Unido en el marco de una campaña de prevención de la venganza pornográfica. BE AWARE B4 YOU SHARE: Sé consciente o piénsalo bien antes de compartir.
Se trata de un caso con final feliz, donde quedó demostrado el envío, recuperados los archivos y así se evitó que los mismos siguieran circulando entre terceras personas ajenas. No todos han sido así, por desgracia. Está en nuestras manos poner medidas para que nuestra intimidad no sea vulnerada. Fijaos que no he usado el verbo "evitar", de una manera más que consciente. Y es que no está en mi mano deciros lo que hacer con vuestras vidas, ni mucho menos, pues sólo vosotros sois dueños de vuestros actos. ¿Le puedo enviar a mi novio fotos desnuda? Por supuesto; claro; es algo bastante común en la era postecnológica, de hecho; etc, etc. Sólo te pido que te asegures de que puedes confiar en él, de que te obligues a conocerlo a fondo y no te aventures. Piensa las cosas dos veces. Las relaciones a veces terminan de manera tormentosa, no le des la opción de chantajearte emocionalmente o incluso hacerte un daño social profundo.
Recuerda: El amor es confianza y en ningún caso control. Tú eres la única dueña de tu cuerpo y nadie, repito, nadie puede decirte lo que debes hacer con él. Hasta aquí mi experiencia con el revenge porn, espero que os sea de utilidad. See you soon.
P.D.- Más abajo os dejo el póster diseñado en Reino Unido en el marco de una campaña de prevención de la venganza pornográfica. BE AWARE B4 YOU SHARE: Sé consciente o piénsalo bien antes de compartir.
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