lunes, 8 de abril de 2019

Negar la mayor


Hoy os traigo, del rico refranero castellano, “negar la mayor”. Lo que vendría a ser, básicamente, dar la espalda a la realidad o remar a contracorriente, a sabiendas de lo que supone. Algo que, aunque cueste creerlo, está de moda en un ámbito de tanta importancia como la búsqueda de la igualdad.

El momento actual, por suerte o por desgracia, empuja a la polarización. El mejor ejemplo para explicar esta situación nos remite a la política: pareciera, a escasos día de los comicios generales, que solo existe la izquierda y la derecha. No solo eso, sino que además ambas han de tender a la búsqueda de los extremos. El término medio, la escala de grises; han pasado, quiero pensar que temporalmente, a mejor vida.

En materia de igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres ocurre algo parecido. Y es que no debemos perder de vista que lo personal es político. Ante los indudables avances del feminismo, una parte de la sociedad ha optado por situarse en la más combativa oposición. Una reacción, en algunos casos, que incluso llega a virar a agresiva, sobre todo si se cuenta con el paraguas protector del anonimato en redes sociales. Una especie de “todo vale” en el mundo virtual, con tal de mantener intactos mis privilegios y, por ende, la desigualdad por razón de género.

Todo esto que os cuento choca de lleno con la realidad de los datos. Algo que, sin duda, cuesta comprender. ¿Cómo es posible negar el alcance social de la violencia sobre la mujer? Según el Consejo General del Poder Judicial, cada día de 2018 se registraron 457 denuncias de media por maltrato en el ámbito de la pareja. Nada más y nada menos. Pero, para ellos – y ellas, todo hay que decirlo – el verdadero problema radica en el “alto porcentaje” de denuncias falsas, ese que ningún año alcanza el 0’1% del total, si nos remitimos a las estadísticas de la Fiscalía General del Estado.

Sigamos: cuando les dicen que el machismo mata, que al año una media de 60 hombres asesinan a quienes son o fueron sus parejas (mujeres); son capaces de achacar el problema a los extranjeros, o apuntar que “no todos los hombres matan”. Acabáramos. También, por cierto, nos recuerdan que los hombres son asesinados en una proporción mucho mayor que las mujeres, obviando, de plena conciencia, que sus asesinos son también hombres en su inmensa mayoría.

Venga, que ya hemos cogido carrerilla: en una ciudad como Málaga, el año pasado se registraron un total de 225 presuntos delitos contra la libertad e indemnidad sexual (aquí entra el Título del Código Penal completo: abusos, agresiones, acosos, etc), según el último Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior. Esto, traducido a horas, quedaría de la siguiente manera: cada 40 horas aproximadamente se comete una supuesta infracción penal del Título VIII del Código Penal, es decir, de naturaleza sexual. Voy un poco más allá, si me lo permitís: en casi todos coincide el sexo de víctima y presunto agresor. Mujer, la primera; varón, el segundo.

No hay nada como darse un buen baño de estadísticas oficiales para abrir los ojos, ¿no os parece? Aún así, todavía algunos – y algunas, por desgracia – seguirán “negando la mayor”.



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