UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA

UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA
UNA DE BUENOS AMIGOS

domingo, 10 de junio de 2018

El creciente impulso del feminismo

Este movimiento, estaréis de acuerdo conmigo, se ha puesto de moda en los últimos tiempos. Más que un movimiento, a mi personalmente me gusta referirme al feminismo como una teoría, una manera de pensar y actuar que nos define. Pero, ¿Qué es realmente? Es una forma de vida; es la búsqueda activa de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; es condenar la discriminación por razón de género; es el fomento del respeto, de la corresponsabilidad.
Esta definición me la podéis atribuir en calidad de autor, es original y espontánea de principio a fin. Me limité a plasmar en el papel mis pensamientos, conforme iban apareciendo, simple y llamamente. Espero que cumpla con vuestras expectativas. "Vale Álvaro, puesto así como tú lo pintas, ¿solo puede ser positivo y beneficioso?" Absolutamente. No se me ocurre ni una sola característica de tintes negativos que pueda, de alguna manera, quedar vinculada al feminismo.
Visto de esta forma parece hasta sencillo. Es más, quien no se considere feminista, desde este preciso instante, ha de quedar catalogado de machista. Sin derecho a tambor ni a un juicio justo; por no promover la no discriminación. Ojalá fuera así de fácil...
Resulta que hace unos días estuve dando una charla al APA y parte del profesorado de un colegio. La temática, por supuesto, incluyó la violencia de género, su problemática en edades adolescentes y las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Siempre me gusta, al inicio de mis conferencias, romper el hielo con algunas preguntas y una breve proyección de vídeo. Ese día elegí, como casi siempre, empezar con: ¿Cuántos/as de vosotros/as os consideráis feministas? Así, en frío.  Les pedí que levantaran las manos en señal de afirmación. De unas 40 personas con las que contaba entre el público asistente, solo 3 ó 4 alzaron uno de sus miembros superiores. Entre esta minoría, estaba mi mujer. Decidí levantar yo también la mía, a ver si así la influencia del "especialista" inclinaba la balanza del lado de la igualdad. Cuál fue mi sorpresa cuando solo 2 ó 3 más se animaron a seguirme. Y, todo sea dicho, solo mujeres.
La siguiente pregunta que planteé no podía ser otra que: ¿Alguien de los aquí presentes se atreve a definir el término feminismo? Un señor de unos cuarenta años, muy decidido él, llamó mi atención y sin dudarlo ni un momento le di la palabra. A grandes rasgos vino a decir algo así como: "Sí, el feminismo es parecido a lo que vemos estos días en televisión. Mujeres radicales que reclaman poder a golpe de insulto, griterio y quejas varias. Desde lo de la Manada se ha agravado". Varios y varias en la sala emitieron sonidos de conformidad, de aceptación. Ahora sí estaba en mi salsa.
Tenía un buen toro de lidia por delante, eso sí es cierto. Sin embargo, todavía no he tenido el placer de conocer personalmente al miedo. No es algo que me preocupe, ni mucho menos. Retomé las riendas del coloquio, expliqué conceptos con una buena dosis de cariño y respeto (solo así calan las enseñanzas). A pesar de la esperada polémica y algún que otro debate esperado, tuve éxito. Conseguí convencerlos de que la igualdad era de justicia; de que el feminismo era algo positivo, necesario. Esa visión planteada en los primeros compases no podía atender a otra razón que no fuera un intento del patriarcado de mantener sus privilegios. Una defensa a lo "gato panza arriba". La tarde fue muy agradable y amena, con el público muy participativo en todo momento. Un deleite.
Aun así, de camino a casa reflexioné sobre lo ocurrido. Los que me conocéis sabéis que en mis argumentos nuncan faltan ciertos elementos, a mi juicio, esenciales en el debate feminista. El primer argumento que suelo esgrimir es la necesaria implicación del varón en esta contienda. Una participación de respaldo, de apoyo, pues es la mujer la que reclama el protagonismo y por tanto, debe llevar la voz cantante. Si queremos convencer a la otra mitad de la humanidad (al caso, la mía) de que la igualdad en todos los frentes es de justicia, tenemos que implicarlos. No solo eso, hemos de convencerlos. No nos queda otra opción.
El segundo argumento es de sentido común y conocimiento universal: si queremos algo lo pedimos por favor, recurrimos al diálogo desde la cordura. Lo hacemos una vez, lo hacemos dos veces y si a la tercera no se nos escucha nos "echamos a la calle". Por supuesto, de forma pacífica. El 8M supuso un giro de 180º en nuestra causa. Ya lo decía al principio: el feminismo se ha puesto de moda.