Hello there my dear bloggers! Long time no see... para ser exactos desde el pasado 1 de enero, cuando con una entrada quise desearos lo mejor de lo mejor para este 2014 que ya está apunto de superar el primer cuarto (No cuento la transcripción de mis memorias del Camino de Santiago). Ni os imagináis cuánto cuesta retomar esto de la literatura, he de confesaros que ahora mismo me siento como una máquina que cae en desuso y cuyos engranajes rechinan por la falta de lubricante. Pero me he propuesto volver, y lo haré con una entrada sobre una ciudad peculiar.
Corría el año 2004 cuando pisé por primera vez tierras lisboetas. Lo hice en compañía de dos grandes amigos, a lo que todavía conservo y de los que ha diario presumo de tener. Ellos son la M al cuadrado, Migue y Miguelito, compañeros de borracheras y salidas varias, amigos con los que pasé tardes enteras de charla que realísticamente hablando debieron ser de estudio y en definitiva, amigos para toda la vida. Con ellos compartí mi andadura granadina. Si estás leyendo esto y en tus planes futuros entra hacer una carrera universitaria, no lo dudes, ve a la ciudad nazarí y vive su ambiente universitario, bares de tapas, encantadores calles... Para los que penséis que suena a spot publicitario he de deciros que lo es, se trata de publicidad encubierta por la que luego me pagan. No veas como me enrrollo, volvamos a lo que importa.
Bien, corría junio de 2004 y los exámenes finales estaban a la vuelta de la esquina. A nuestros oídos llegó el festival que por aquellos años acogía la capital portuguesa y llevaba por nombre Rock in Rio. A todos os será familiar pues ha estado en Madrid hasta el año pasado. El caso es que la fecha no podía ser peor, debíamos estar recluidos estudiando para salvar los muebles tras un duro año de fiestas y movidas varias. Pero somos gente inteligente, hombres distintos al resto ya que podemos hacer dos cosas a la vez (xd), asistir a un concierto y preparar los exámenes. No fue el caso, la mayoría "palmamos" más de una asignatura... daños colaterales que ponían la guinda a un festival de música supremo.
El caso es que la ciudad no la caté apenas. Ya sabéis como son estos macro-festivales, entre birra y birra no suele haber más de un par de minutos. Hasta aquí mi primera experiencia de Lisboa, mejor dicho, de Incubus, Metallica y Slipknot.
La segunda visita fue en el verano de 2012. En esta ocasión fui con mis amigos de toda la vida, cordobeses de los pies a la cabeza. Hablo de "Quislant y compañía". Resulta que cada vez que me dispongo a salir en Córdoba y mi madre, curiosa como todas las vuestra, pregunta "¿Con quién vas?", mi respuesta siempre es con "Quislant y compañia". Y no es que quiera más a mi amigo Rafael, para mí todos ellos son mis inseparables amigos de la infancia, así que pensándolo bien puede achacarse a su "grosor" en nuestra época adolescente, leve sobrepeso que le llevó a ser bautizado como "el Gordo". Ahora se ha puesto fuerte y todo pero para mí siempre será "el Gordo". Tal y como me pasó antes no he podido evitar hablar de mis amigos verdaderos, ruego me disculpéis y entendáis que a cualquiera de nosotros se le hubiera llenado la boca con palabras amables hacia sus inseparables.
Bien, en este segundo viaje nos quedamos en un Hostel en pleno centro, colindante con toda la zona de marcha de Barrio Alto. Los detalles del viaje ya os los podéis imaginar. Hubo un poco de todo: inmejorable compañía, turismo por las calles decadentes al tiempo que encantadoras de esta ciudad, tranvías que serpenteaban por cuestas empinadas al borde de dejar los raíles y provocar un accidente, mucha playa y por supuesto un par de noches de fiestuqui que en nuestro cuerpo las llevamos. Un viaje 10. Aún así no tuve la sensación de conocer la ciudad en condiciones, me faltaba una tercera visita.
Dicen que a la tercera va la vencida. Lamento decir que esta tercera visita no será la definitiva, que aún albergo ganas de volver y patear más en profundidad todas esas pendientes que te dejan las piernas doloridas al día siguiente. En este caso creo recordar que era Noviembre de 2013 cuando, en una de esas sesiones de entrenamiento en Carranque que ahora tanto añoro, surgió la posibilidad de organizar una Media Maratón Internacional. Laura y yo ya habíamos corrido en Edimburgo la temporada pasada, lo que no podíamos imaginar es que el número de atletas del Nerja subiría de 2 a 9 de una tacada.
En un primer momento Esther aseguró que vendría, con lo que se vaticinaba un trío en esta ocasión. Después fue Fernando, al que siguieron el encantador matrimonio formado por Manolo y María Jesús. Dicen que las parejas deben tener aficiones compartidas, enfrascarse en actividades de forma conjunta para así disfrutar más el uno del otro. El caso es que la mayoría encuentra difícil hallar un punto coincidente, sabido es por todos que la mayoría de los hombres nos desvivimos por una buena birra en el bar y un partido de fútbol o una pachanga con los compis del curro, tal vez ellas sean algo más complejas (acepto una tarde de compras por calle Larios, sin olvidar un buen cafelito para reponer fuerzas, jaja). Este matrimonio, al contrario que la mayoría, comparte una pasión deportiva saludable y apasionante: el atletismo de fondo. Los admiro en gran medida. ¿Dónde estábamos? A sí, dando nombres de los valientes espartan@s que completamos los 21.097 metros en Lisboa. Pepe el míster fue el siguiente junto con Ana. Y por último, como incorporación de última hora (lo que viene a equivaler en el mundo del fútbol a un fichaje que se deposita en la sede de la Liga de fútbol profesional a las 23.59 del día en que se cierra el mercado), tuvimos a la carismática Pipi. Sin olvidar a mi querida Esther, que nos brindó todo el apoyo psicológico que necesitábamos.
El primer paso, la inscripción, fue cumplimentado por todos antes del fin de 2013. Luego comenzó la organización: avión o coche, alquilamos furgoneta o no, búsqueda del hotel... El hotel fue resuelto casi de forma inmediata. Fernando, como todo buen viajero que se precie, nos dio a conocer su buscador de hoteles favorito: galahotels. Lo cierto es que casi todo lo que oferta está más barato que en booking, lo que me resultó sorprendente. ¡Cómo le gusta a mi buen amigo conocer mundo, sobre todo si se trata de países anglosajones! ¡Un hurrah por Fernando, hip, hip, hurrah! Mil gracias por ponernos el hotel en bandeja, un alojamiento que si bien no se encontraba muy cerca del centro, estaba a escasos 10 minutos a pie de la línea de salida. Luego volveremos al tema hotel, Fernando y Manolo no se escapan hoy...
Luego, tras efectuar una extensa búsqueda de vuelos y comprobar que la conexión Málaga-Lisboa, por mucho que os soprenda, no es directa, se optó por la opción de la carretera. Fue en este instante cuando el gran Manolo se instituyó en organizador oficial del evento. Él se encargó de buscar la furgoneta de alquiler que nos llevaría hasta Lisboa, elaboró un planning del viaje al detalle, incluyendo en los costes peajes y gasolina... Vamos, nos puso todo en bandeja sin pedir nada a cambio. Desde aquí, y aunque parezca repetitivo (es de bien nacido ser agradecidos), vuelvo a dar las gracias a este gran amigo y compañero.
Y tras todo lo expuestos, fijados los antecedentes del evento y puestos en situación. llegó el día tan esperado. 15 de Marzo, 07:15 de la mañana, Esther y yo somos los últimos en llegar tras buscar aparcamiento. Allí, en el lugar acordado (Antiguo Burguer King, frente al Vialia), nos aguardaban impacientes los otros 6 integrantes de la expedición. Manolo se puso a los mandos de la súper furgoneta Volkswagen e iniciamos ese largo viaje de carretera que en el horizonte nos esperaba.
Quien viniera con la intención de dar "una cabezada" en la furgoneta estaba muy equivocado. Los ánimos estaban a flor de piel, y sorprendentemente, digo esto por la hora de la mañana de sábado, todos íbamos con la adrenalina por las nubes y con muchas ganas de movida. La música empezó a sonar, María Jesús inició el cántico que a la postre se convertiría en melodía oficial de la aventura... y me refiero al: "¡BIEN!, ¡BIEN!, ¡BIEN!" y en definitiva, un aroma de júbilo y alegría se respiraba en el ambiente.
Con este buen humor llegamos a nuestra primera parada. Aún no habíamos llegado a Sevilla y la barrigas empezaban a ronear (sobre todo la mía, ¿Eh, María Jesús?). Digo esto porque fue durante este segundo desayuno (en mi caso), cuando María Jesús me dijo: "No sabía que comías tanto". La verdad es que tengo hambre a todas horas, según mi madre tengo más hambre que un perro chico. Hecha esta anotación cogimos una mesa y cada uno comió lo que su cuerpo le pedía. También vinieron las primeras fotos de equipo y de las que aquí aporto una.
Y tras todo lo expuestos, fijados los antecedentes del evento y puestos en situación. llegó el día tan esperado. 15 de Marzo, 07:15 de la mañana, Esther y yo somos los últimos en llegar tras buscar aparcamiento. Allí, en el lugar acordado (Antiguo Burguer King, frente al Vialia), nos aguardaban impacientes los otros 6 integrantes de la expedición. Manolo se puso a los mandos de la súper furgoneta Volkswagen e iniciamos ese largo viaje de carretera que en el horizonte nos esperaba.
Quien viniera con la intención de dar "una cabezada" en la furgoneta estaba muy equivocado. Los ánimos estaban a flor de piel, y sorprendentemente, digo esto por la hora de la mañana de sábado, todos íbamos con la adrenalina por las nubes y con muchas ganas de movida. La música empezó a sonar, María Jesús inició el cántico que a la postre se convertiría en melodía oficial de la aventura... y me refiero al: "¡BIEN!, ¡BIEN!, ¡BIEN!" y en definitiva, un aroma de júbilo y alegría se respiraba en el ambiente.
Con este buen humor llegamos a nuestra primera parada. Aún no habíamos llegado a Sevilla y la barrigas empezaban a ronear (sobre todo la mía, ¿Eh, María Jesús?). Digo esto porque fue durante este segundo desayuno (en mi caso), cuando María Jesús me dijo: "No sabía que comías tanto". La verdad es que tengo hambre a todas horas, según mi madre tengo más hambre que un perro chico. Hecha esta anotación cogimos una mesa y cada uno comió lo que su cuerpo le pedía. También vinieron las primeras fotos de equipo y de las que aquí aporto una.
El resto del viaje transcurrió sin sobresaltos. Al volante nos alternamos Manolo y yo, la música fue muy variada, y ya en tierras portuguesas nos dedicamos a exhibir la bandera española a todos los coches que pasaban a nuestros lado en plena autopista, mientras entonábamos melodías varias. La verdad es que fue un viaje muy ameno y divertido. Con este ambiente de gozo llegamos al hotel. He de decir que, para mi sorpresa, dos mujeres cogieron los mandos de las direcciones y mapa en mano nos llevaron a la puerta del hotel sin sopresalto alguno. Va a ser que las hembras y los mapas, después de todo, se llevan bien.
Tras instalarnos disfrutamos de un almuerzo al caluroso sol de Lisboa, sentados en un poyete frente a la entrada del hotel. Imagináos el percat: Hotel de cuatro estrellas, cuyo nombre era algo así como Almada bussiness, lo que llevaba a pensar que era frecuentado por empresarios para hacer sus negocios...Y allí estábamos nosotros, ocho españoles haciendo un buen picnic frente a la puerta del lujo y la exclusividad. ¡Lo mejor de todo es que nos importaba un comino!
Y después de saciar nuestro hambre, Manolo y Fernando descubrieron lo que a la postre sería la comidilla del viaje: Una mesa repleta de dulces, cafés y pijadas varias. ¡Qué peculiares somos los españoles! Es ver algo gratis, comida que está a tu alcance y por la que no tienes que pagar un dinero extra, y nos lanzamos a la presa como hienas hambrientas. ¿Cuántos pastelillos pudieron caer entre ambos? Yo tuve ocasión de ver la famosa mesa tras la carrera, y más que una mesa de té y pastas de un hotel de cuatro estrellas parecía el mostrador de una cafetería tras ser saqueado en plena Guerra Civil. Un torbellino había pasado por allí en forma de Manolo y Fernando, no dejando títere con cabeza.
Una vez hecho este apunte, que espero que no ofenda a nadie, entro de lleno en la excursión a Lisboa. Cogimos el coche y pusimos rumbo a la feria del corredor. ¡No veas el ambiente que allí había! Corredores y corredoras venidos de todos los rincones del planeta se agolpaban en las inmediaciones reclamando sus tan ansiados dorsales. Las instalaciones estaban muy bien montadas. Yo personalmente me quedo con el stand de Vodafone, el cual tenía cuidado hasta el más mínimo detalle... Ejem Ejem.
La bolsa venía más bien escasita. Una camiseta adidas de buena calidad era lo más destacado, así como las bananas de Madeira (Ay que ricas las bananas, Juani). Las vistas desde la entrada de la carpa también eran muy atractivas. En el horizonte se veía el puente 25 de abril, que ya nos aguardaba para albergar la salida de la prueba la mañana siguiente... Nos echamos numerosas fotos en las inmediaciones, de las que sin duda destaco la que aquí os muestro. Todo eran sonrisas y nerviosismo entre los miembros de la expedición, nerviosismo que fue bien gestionado por una acertada terapia de carcajadas... CONTINUARÁ
Tras instalarnos disfrutamos de un almuerzo al caluroso sol de Lisboa, sentados en un poyete frente a la entrada del hotel. Imagináos el percat: Hotel de cuatro estrellas, cuyo nombre era algo así como Almada bussiness, lo que llevaba a pensar que era frecuentado por empresarios para hacer sus negocios...Y allí estábamos nosotros, ocho españoles haciendo un buen picnic frente a la puerta del lujo y la exclusividad. ¡Lo mejor de todo es que nos importaba un comino!
Y después de saciar nuestro hambre, Manolo y Fernando descubrieron lo que a la postre sería la comidilla del viaje: Una mesa repleta de dulces, cafés y pijadas varias. ¡Qué peculiares somos los españoles! Es ver algo gratis, comida que está a tu alcance y por la que no tienes que pagar un dinero extra, y nos lanzamos a la presa como hienas hambrientas. ¿Cuántos pastelillos pudieron caer entre ambos? Yo tuve ocasión de ver la famosa mesa tras la carrera, y más que una mesa de té y pastas de un hotel de cuatro estrellas parecía el mostrador de una cafetería tras ser saqueado en plena Guerra Civil. Un torbellino había pasado por allí en forma de Manolo y Fernando, no dejando títere con cabeza.
Una vez hecho este apunte, que espero que no ofenda a nadie, entro de lleno en la excursión a Lisboa. Cogimos el coche y pusimos rumbo a la feria del corredor. ¡No veas el ambiente que allí había! Corredores y corredoras venidos de todos los rincones del planeta se agolpaban en las inmediaciones reclamando sus tan ansiados dorsales. Las instalaciones estaban muy bien montadas. Yo personalmente me quedo con el stand de Vodafone, el cual tenía cuidado hasta el más mínimo detalle... Ejem Ejem.
La bolsa venía más bien escasita. Una camiseta adidas de buena calidad era lo más destacado, así como las bananas de Madeira (Ay que ricas las bananas, Juani). Las vistas desde la entrada de la carpa también eran muy atractivas. En el horizonte se veía el puente 25 de abril, que ya nos aguardaba para albergar la salida de la prueba la mañana siguiente... Nos echamos numerosas fotos en las inmediaciones, de las que sin duda destaco la que aquí os muestro. Todo eran sonrisas y nerviosismo entre los miembros de la expedición, nerviosismo que fue bien gestionado por una acertada terapia de carcajadas... CONTINUARÁ