UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA

UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA
UNA DE BUENOS AMIGOS

domingo, 5 de febrero de 2017

Un relato para remover conciencias

Feliz domingo a mis bloggers favoritos! A estas alturas os habréis percatado de que mi presencia en estos lares ha aumentado considerablemente. A Dios doy gracias por ello. Escribir es una actividad que me apasiona y sabiéndolo, diremos: cuánto más, mejor.
En el día de hoy me gustaría hablaros de nuevo de desigualdad. De micromachismos con los que convivimos  a diario y aceptamos, quiero pensar, de forma inconsciente. Digo quiero pensar porque algunas costumbres e ideas erróneas están tan arraigadas en la sociedad que se torna misión imposible "darles carpetazo".
Hace unas semanas me encontraba en uno de los numerosos parques infantiles de la Axarquía (después de 20 meses conocemos todos por nombre y apellidos, al igual que ellos a nosotros... XD). Estaba en compañía de mi pequeño Óliver, tras haberlo recogido de la guardería. Hasta aquí, todo normal, pues la cosa transcurría acorde a nuestra rutina diaria. Para los que no lo sabéis, tengo la suerte de compartir cada tarde laborable con él ( mientras su mamá, empresaria, se realiza profesionalmente). "Bueno, eso no es algo tan común, normalmente es el papá el que trabaja todo el día y llega cuando los peques ya duermen..."; tal vez querías decir que no era común, hoy en día, sí lo es. Pero esto es un tema que da para una entrada completa.
Volviendo a la historia, decía que nos encontrábamos jugando en el parque. Óliver empujaba su carrito de la compra, de colores vivos y repleto de piezas de fruta de plástico, por los alrededores, cuando una niña de unos 3 años se fijó en él. En un primer momento pensé: "lógico, es tan guapo..."; Sin embargo, al instante me di cuenta de que la razón era muy distinta. La niña se dirigió a él diciendo : "Ese juguete es de niñas"; al tiempo que en su cara se esbozaba una ligera sonrisa. La madre, a escasos metros, era testigo de la escena.
Pasaron unos segundos que me parecieron un mundo. Óliver me miró, la niña miró a su madre y luego puso los ojos en mí, la madre también dirigió su mirada en mi dirección... Yo, entre tanto, esperé pacientemente una respuesta de la señora que, para mi sorpresa, nunca llegó. Comoquiera que la timidez no es un rasgo identificativo de mi personalidad, decidí intervenir de la siguiente forma: me dirigí a la niña diciendo: "pequeña, ¿cómo te llamas?"; a lo que ella respondió con un tímido "Claudia". Con el tono más pacificador que pude imprimir a mis cuerdas vocales le dije: "cariño, los carros de la compra son usados tanto por los papás como por las mamás. De hecho, a Óliver le encanta jugar a las cocinitas. ¿Quieres que te preste el carrito?"; me miró algo confundida y se marchó con su madre. La señora no dijo ni "mu".
Quiero pensar que es un hecho aislado, que los roles de género son cosa del pasado, pero la realidad es bien distinta y, situaciones como la que acabo de compartir, te despiertan del sueño con una bofetada a mano abierta. Hacer la compra, cocinar, planchar... Son acciones asexuales y no hay un género predestinado a cubrir esas necesidades. La pregunta que me surge es: "¿Claudia habrá sacado esa conclusión a través del aprendizaje vicario, es decir, de lo que ve en su casa?"; o yendo un poco más lejos: "¿Es probable que alguien de su entorno cercano le haya llegado a decir que, un carrito de la compra de juguete, es sólo para las niñas?". La cuestión es que Claudia, a sus tres años, tiene ideas sexistas. ¿Qué estamos haciendo mal?
El viernes tuve la oportunidad de participar como ponente en una mesa redonda. El acto tuvo lugar en Málaga y estaba organizado por la Plataforma contra los Malos Tratos a Mujeres "Violencia Cero". Uno de los temas principales sobre los que giró el debate posterior fue la coeducación en los Centros Públicos de Andalucía. Hay que implantar políticas efectivas y reales para que la educación sea en igualdad. Parece mentira que algo tan básico todavía esté carente en la mayoría de Colegios de nuestra Comunidad... 
Por último, desde éste mi espacio, me gustaría también llamar a la mesura. Los extremos nunca son buenos y a veces, en la lucha por nuestros derechos, tendemos a excedernos. El viernes, en el mismo foro del que os hablo, llegué a oír una propuesta orientada a invertir la carga de la prueba en los juicios penales por violencia de género. Es decir, para aquellos menos duchos en Derecho, querían eliminar la presunción de inocencia de los encausados (hombres a los que se les está juzgando por un delito de esta índole). En definitiva, que el hombre tenga que probar su NO culpabilidad. Esto, hablando mal y pronto, es una aberración. Y para evitar que esto ocurra estamos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, guardianes de los derechos de los ciudadanos, que investigamos cada denuncia y recabamos cuantos elementos periféricos podemos para respaldar las manifestaciones de la víctima (pruebas testificales, informes vecinales, historiales médicos de víctima y autor, exploración de los menores por especialistas...). Señoras y señores, podemos gritar a pleno pulmón que vivimos en un Estado de Derecho, y por tanto las condenas siempre, repito, SIEMPRE, han de estar basadas en pruebas. Los acusados son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Espero que estas líneas consigan, como mínimo, remover las conciencias y extraer reflexiones positivas. Ese era mi objetivo principal, así como el título de esta atrevida entrada. Entre todos podemos cambiar las cosas. Un fuerte abrazo, bloggers.

P.D.: Os dejo una de las muchas imágenes de campañas contra el sexismo en el juego que podéis encontrar en internet. A día de hoy, son ya muy numerosas las acciones tomadas por las Instituciones orientadas a fomentar la paridad en los juguetes infantiles, sin embargo, "barriendo para casa", he de destacar la iniciativa del Área de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Málaga las pasadas Fiestas Navideñas: JUGAR NO TIENE GÉNERO.



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