Hola de nuevo bloggers! Me alegra estar de vuelta por estos lares, después de otro "parón" inesperado. Por más que me esfuerzo en alimentar mis pasiones, la rutina parece salir victoriosa y me aleja de estos pequeños placeres... Me ha ganado varias batallas, pero la guerra todavía está en su punto álgido. No soy yo de tirar la toalla, ni mucho menos.
Decía que me congratula regresar a mi espacio, donde me siento seguro. Hoy, aprovechando que tengo el día libre para cuidar de Óliver - ha cogido otro de los famosos virus de la guarde -, os hablaré de un tema que, por desgracia, sigue ocupando portadas a diario.
Para los que no me conocen, tengo la suerte de estar al frente del Grupo de Investigación de la Unidad de Familia y Mujer (U.F.A.M.) de la Comisaría Provincial de Málaga. Se trata de una Unidad integrada por 11 Policías especializados en la investigación de delitos de violencia de género - en su concepto amplio -, violencia intrafamiliar y aquellos que atentan contra el plano más íntimo del ser humano, la libertad sexual. Quería que entendiérais mi grado de implicación en la materia, el porqué de invertir esfuerzos en pos de esta difícil empresa. Espero haber tenido éxito.
Mi trabajo es sencillamente apasionante. Que conste que no lo digo por seguir el guión, ni a modo de cliché o algo parecido, nada más lejos de la realidad. Y eso que no lo elegí... ¿Ah no? Un no rotundo. Aquí donde me véis quería algo con una menor carga emocional, algo que policialmente hablando pudiéramos tildar de más operativo. Sin embargo, una Comisaria tuvo a bien concederme esta responsabilidad, convencida - como así me dijo aquel día - de que mi desempeño estaría a la altura (y es que las arengas de este tipo, en nuestros pequeños mundos laborales, no deben olvidarse). Dos años después de ese día debo decir que no quiero cambiar. Trabajar en equipo y ayudar a las personas son las dos variables que conforman la ecuación perfecta de mi actual felicidad. Dicho así suena hasta fácil, fíjate, cuando en realidad no tiene ni un ápice del calificativo. Formación, buen ambiente, reparto equitativo de roles, llantos, familias destrozadas por el germen de la violencia, estrés y un largo etcétera que culmina con un SATISFACCIÓN en mayúsculas - la guinda del pastel. Qué bien suena ésta última, ¿no os parece? De hecho la voy a usar para contaros algunas de las últimas ocasiones en las que la he sentido.
Satisfacción cuando los padres de una niña de 15 años se presentan en Comisaría desesperados, conocedores de que su pequeña está saliendo con un maltratador. En cuestión de 7 meses se ha escapado de casa en numerosas ocasiones, ha dejado el instituto, ha interrumpido un embarazo, ha limitado su círculo social a este niño - pues él también es un adolescente- que le exige exclusividad, etc, etc. Conclusión: Unos padres destrozados porque su hija no es capaz de darse cuenta de la situación.
A día de hoy, tras un duro trabajo de mi Equipo, la chica ha reconocido su condición de víctima, lo ha denunciado y está recibiendo tratamiento psicológico para superar el bache. Pero más importante que todo esto ha sido su actitud receptiva: él no te quiere, los celos no son una conducta que demuestra amor, tu relación con este chico es tóxica. Todavía está emocionalmente muy afectada, pero no me cabe duda que con el apoyo de sus seres queridos y una buena decisión judicial saldrá adelante.
Satisfacción cuando los padres de una niña de 15 años se presentan en Comisaría desesperados, conocedores de que su pequeña está saliendo con un maltratador. En cuestión de 7 meses se ha escapado de casa en numerosas ocasiones, ha dejado el instituto, ha interrumpido un embarazo, ha limitado su círculo social a este niño - pues él también es un adolescente- que le exige exclusividad, etc, etc. Conclusión: Unos padres destrozados porque su hija no es capaz de darse cuenta de la situación.
A día de hoy, tras un duro trabajo de mi Equipo, la chica ha reconocido su condición de víctima, lo ha denunciado y está recibiendo tratamiento psicológico para superar el bache. Pero más importante que todo esto ha sido su actitud receptiva: él no te quiere, los celos no son una conducta que demuestra amor, tu relación con este chico es tóxica. Todavía está emocionalmente muy afectada, pero no me cabe duda que con el apoyo de sus seres queridos y una buena decisión judicial saldrá adelante.
Satisfacción de haber ayudado a una joven que llevaba sufriendo acoso sexual en su lugar de trabajo el último año y medio a manos de su jefe. No olvidaré aquella mañana del primer de junio cuando se plantó en mi despacho, empujada por dos compañeros de oficina, para narrarme las barbaridades que este señor - por llamarlo de alguna manera -, le hacía. Algun@s os estaréis preguntado: ¿Por qué no se marchó de allí antes?, ¿Cómo pudo aguantar la situación tanto tiempo? Preguntas ambas comunes para aquel que "ve los toros desde la barrera". Intentaré explicarlo.
El acosador suele tener una personalidad narcisista, es alguien que se siente muy seguro de sus habilidades y ostenta una posición de superioridad. Tampoco sería descabellado que tuviera algunas pinceladas de psicopatía... Muy inteligentes y calculadores, duchos socialmente; cualidades que unidas suelen conducir al éxito. De esta manera, consigue acercarse a su víctima de una forma muy hábil, ganándose su confianza a un ritmo frenético. Los comentarios al principio son agradables, aplaudidos por su entorno e incluso por la futura víctima. Sin percibirlo la amabilidad comienza a tornarse en faltas de respeto leves, para progresivamente pasar a comentarios de tono sexual que lejos de ser criticados por los demás trabajadores siguen siendo, de hecho, reforzados - con risas y otros incentivos de un amplio repertorio. Cuando te quieres dar cuenta ha abusado de ti - por ejemplo, un tocamiento lascivo - o te ha propuesto una relación sexual desde su posición de privilegio (no olvidemos que es tu jefe, quien paga tu nómina al final de mes). Toda esta red tejida a conciencia convierte a la mujer que consigue salir de ella en una auténtica valiente, una luchadora.
En el caso que nos ocupa, dos cargos directivos intermedios de la empresa se ofrecieron a declarar a su favor y le dieron el empujón que necesitaba - los mismos que meses atrás le reían la gracia -. Así fue, dos hombres "hechos y derechos" con los ojos empañados por las lágrimas, mientras me narraban cuán arrepentidos estaban de no haberle parado los pies antes. Eso, por sí solo, los honra.
Volviendo a la chica, no podría obviar que después de interponer la denuncia nos fundimos en un abrazo que jamás olvidaré. No sé quién ni cómo se inició, lo único que sé es que fue sincero, cálido. No hay nada como empatizar con aquel que te necesita.
Días despúes, ya en el Juzgado, la misma mujer me preguntó: "¿Todavía das abrazos?"; sin dudarlo, respondí: "Por supuesto"; y en cuestión de segundos volvíamos a entrelazarnos durante un largo intervalo de tiempo - que en realidad pareció corto -. Por estos momentos amo lo que hago.
Por último, satisfacción por mi actual posición, privilegiada en la lucha por la igualdad. El mito del amor romántico sigue muy arraigado en la juventud - "me controla porque me quiere, él solo busca lo mejor para mí" -, tanto que con las nuevas tecnologías ha cogido hasta mayor impulso (me remito al primer caso). A este mito unimos la educación, que desgraciadamente sigue siendo en desigualdad. Un ejemplo claro que me da la razón es el segundo caso que os he contado: los micromachismos siguen muy arragaidos en la sociedad. "Mi jefe hace continuos comentarios sexuales, alusiones inapropiadas a compañeras de trabajo, y yo - en un alarde de virilidad - le río las gracias, lo empujo a seguir haciéndolo..." Todo lo contrario a una educación en perspectiva de género. Toca seguir luchando.
Nos vemos en la próxima que espero no se demore. Sed felices.
El acosador suele tener una personalidad narcisista, es alguien que se siente muy seguro de sus habilidades y ostenta una posición de superioridad. Tampoco sería descabellado que tuviera algunas pinceladas de psicopatía... Muy inteligentes y calculadores, duchos socialmente; cualidades que unidas suelen conducir al éxito. De esta manera, consigue acercarse a su víctima de una forma muy hábil, ganándose su confianza a un ritmo frenético. Los comentarios al principio son agradables, aplaudidos por su entorno e incluso por la futura víctima. Sin percibirlo la amabilidad comienza a tornarse en faltas de respeto leves, para progresivamente pasar a comentarios de tono sexual que lejos de ser criticados por los demás trabajadores siguen siendo, de hecho, reforzados - con risas y otros incentivos de un amplio repertorio. Cuando te quieres dar cuenta ha abusado de ti - por ejemplo, un tocamiento lascivo - o te ha propuesto una relación sexual desde su posición de privilegio (no olvidemos que es tu jefe, quien paga tu nómina al final de mes). Toda esta red tejida a conciencia convierte a la mujer que consigue salir de ella en una auténtica valiente, una luchadora.
En el caso que nos ocupa, dos cargos directivos intermedios de la empresa se ofrecieron a declarar a su favor y le dieron el empujón que necesitaba - los mismos que meses atrás le reían la gracia -. Así fue, dos hombres "hechos y derechos" con los ojos empañados por las lágrimas, mientras me narraban cuán arrepentidos estaban de no haberle parado los pies antes. Eso, por sí solo, los honra.
Volviendo a la chica, no podría obviar que después de interponer la denuncia nos fundimos en un abrazo que jamás olvidaré. No sé quién ni cómo se inició, lo único que sé es que fue sincero, cálido. No hay nada como empatizar con aquel que te necesita.
Días despúes, ya en el Juzgado, la misma mujer me preguntó: "¿Todavía das abrazos?"; sin dudarlo, respondí: "Por supuesto"; y en cuestión de segundos volvíamos a entrelazarnos durante un largo intervalo de tiempo - que en realidad pareció corto -. Por estos momentos amo lo que hago.
Por último, satisfacción por mi actual posición, privilegiada en la lucha por la igualdad. El mito del amor romántico sigue muy arraigado en la juventud - "me controla porque me quiere, él solo busca lo mejor para mí" -, tanto que con las nuevas tecnologías ha cogido hasta mayor impulso (me remito al primer caso). A este mito unimos la educación, que desgraciadamente sigue siendo en desigualdad. Un ejemplo claro que me da la razón es el segundo caso que os he contado: los micromachismos siguen muy arragaidos en la sociedad. "Mi jefe hace continuos comentarios sexuales, alusiones inapropiadas a compañeras de trabajo, y yo - en un alarde de virilidad - le río las gracias, lo empujo a seguir haciéndolo..." Todo lo contrario a una educación en perspectiva de género. Toca seguir luchando.
Nos vemos en la próxima que espero no se demore. Sed felices.
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