El
título no es "cosecha propia". Con el permiso de Michael Kaufman -
tácito, todo sea dicho -, doy nombre a esta nueva entrada que versará, como
viene siendo habitual, sobre la violencia que ejercen los hombres sobre las
mujeres. Es decir, violencia de género en el sentido amplio del término.
A
estas alturas del partido, a uno le cuesta creer que existan reticencias a la
hora de admitir el carácter estructural de esta problemática, por un lado, y
que esta suerte de barreras, por otro, vengan de la mano de reacciones
agresivas en algún que otro caso. Sobre todo en redes sociales, donde el
paraguas del anonimato, en los tiempos que corren, pareciera aguantarlo todo:
insultos, desprecios y toda clase de comentarios hirientes que, en una gran
proporción, tienen como diana al sexo femenino. Algo que no sorprende, a la
vista de las cifras oficiales sobre violencia en el contexto de las relaciones
de pareja y aquella que afecta a la libertad sexual de las mujeres, por poner
un par de ejemplos. Ellas suelen ser las afectadas; nosotros, los responsables.
Y
es que nuevamente, si recurrimos al rico refranero castellano, encontramos un
dicho que viene como anillo al dedo al caso que nos ocupa: "Quien se pica
ajos come". Así de sencillo. La mayoría estaréis hartas - y hartos - de
oír/leer frases del tipo: "Ser hombre se ha convertido en un peligro; nos
criminalizan por el simple hecho de ser hombres; estamos expuestos a que nos
denuncien falsamente; la presunción de inocencia ya no existe..." Podría
seguir hasta aburriros, no os quepa duda. En esta línea escribía Miguel Lorente
hace unos días: "Al machismo no le interesa diferenciar "hombre"
de "maltratador" para decir que como no todos los hombres son
maltratadores, en verdad ninguno de ellos lo es..." Es la estrategia de
generar confusión, a través del victimismo y el "#NotAllMen", un
recurso que, por desgracia, se ha convertido en recurrente en la actualidad.
Con su reacción, a destiempo y carente de argumentos, demuestran que se sienten
aludidos, que esto en realidad va con ellos y que, en absoluto, es su deseo
ceder privilegios. Hablando en plata: se les ve el plumero.
Lo
cierto es que hay que darse por aludido, pero en un sentido bien distinto: se
necesitan hombres, jóvenes y activos, que deseen desconstruirse. Hacen falta
nuevos modelos de masculinidad. Porque, aunque cueste entenderlo, el feminismo
persigue la búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y
mujeres. Porque, nos duela o no, el machismo es un problema del hombre que
sufren las mujeres.
Termino
con una cita de María Noel Vaeza, directora de programas de ONU Mujeres, en una
entrevista publicada en El País en mayo del año pasado: "Los hombres deben
estar en el feminismo moderno". En definitiva, el cambio depende de todos
y todas.
Siempre tan certero con datos transparentes.Recomiendo seguir a Coral Herrera Gómez y María Sabroso ambas en Fac.����
ResponderEliminarEn mi trabajo, que la mayoría son hombres, tengo que estar escuchando esto casi todos los días. Yo siempre les digo que no se lo tienen que tomar como algo personal y les pregunto "¿tu maltratas a tu mujer?", claro, me contestan que no, y a continuación les digo "entonces, ¿cual es el problema?, evidentemente me salen con las mismas evasivas del principio de inocencia, que si también hay mujeres maltratadoras, etc. pero yo si sé o me imagino cual es el problema....El problema es que algunos si maltratan a su mujeres psicológicamente y no lo reconocen, el problema es que tienen miedos a perder su casa o sus hijos porque no conocen como funciona la Ley de Medidas Integrales, el problema es que sus Egos y sus machismos no consienten que las mujeres tengamos "ventajas" sobre ellos (sociedad patriarcal), el problema es que los "machos alfas" sienten que están perdiendo el control y en resumen, el problema es que el Patriarcado no acepta el EMPODERAMIENTO de las mujeres.
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