UN SÁBADO CUALQUIERA EN CÓRDOBA

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UNA DE BUENOS AMIGOS

jueves, 7 de febrero de 2019

Un comienzo de año negro

Siete. Un número que bien podría significar un magnífico rendimiento en un examen, en este caso concreto, apunta en una dirección muy distinta. Siete son las mujeres presuntamente asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en lo que va de 2019. Un total de siete víctimas mortales en escasos 50 días. Escalofriante, ¿no creéis?

Desde 2003, año en que se comienza a contabilizar la cifra de la vergüenza (como alguien, acertadamente por cierto, tuvo a bien bautizarla), son ya 982 nombres de mujeres los que engrosan esta maldita lista. Para que os hagáis una idea del alcance de la violencia de género: la banda terrorista ETA dejó un legado mortal de 853 personas. Se trata, a la vista de los hechos, de una lacra de alcance social.

Pero lo más preocupante de todo - al menos, a mi juicio - es que en 6 de los casos no existían denuncias previas. Lo repito, para que cale: no existían denuncias previas. La repetición la baso en que, todavía, se siguen leyendo titulares de tipo: "ninguna víctima había denunciado; las 6 mujeres no habían presentado denuncia; etc." Hace escasos días lo tuiteaba en mi perfil: el lenguaje es importante y, si depositamos la responsabilidad de la denuncia en ellas, por un lado podríamos dar a entender que indirectamente las culpamos de lo ocurrido y, por otro, no menos importante, transmitimos a la sociedad en general que el peso de pedir ayuda recae en ellas, exclusivamente. No olvidemos que la culpa exclusiva ha de recaer sobre el maltratador. Siempre, sin excepciones.

Para aquellos y aquellas que penséis que exagero, o incluso que carezco de razón, os daré algunas cifras de interés al respecto: en 2017 solo el 2'25% de las denuncias fueron iniciadas por el entorno de la víctima. Me refiero a familiares, amistades, vecinos y vecinas. Voy más allá, si me lo permitís: de 2018 conocemos las cifras de los tres primeros trimestres y el porcentaje ha descendido a un 1'4%. Datos, sin duda, desalentadores.

¿Qué explicación hay para esta suerte de silencio? ¿Por qué seguimos mirando para otro lado? Históricamente se ha esgrimido la creencia de que los problemas de pareja son de índole privado. Eso de "los trapos sucios se lavan en casa". Al machismo le conviene mantener el statu quo: las probabilidades de que un agresor sea descubierto descienden si se consigue que el apoyo externo nunca llegue. En relación a este hilo argumental recuerdo como un chico de 16 años, al término de una charla en instituto, se me acercó para compartir conmigo una experiencia personal. Contaba que sus vecinos de abajo discutían con habitualidad. Incluso puntualizaba que en alguna ocasión había escuchado gritos de la mujer pidiendo auxilio y ruidos que podrían corresponderse con la rotura de enseres domésticos - muebles, vasos, etc -. En uno de esos incidentes le preguntó a su padre si debían llamar a la Guardia Civil. La respuesta de su progenitor fue taxativa: "No te metas. Son asuntos de pareja." Yo, en línea con mis convicciones, no pude evitar pedirle que la próxima vez que ocurra un episodio parecido marque el 062 o el 112, dé cuenta de los hechos y no le diga absolutamente nada a su padre. Tal vez me metiera donde no me llaman, pero no pude evitarlo. Lo hice pensando en ella.

En definitiva, falta conciencia social "por un tubo". No podemos seguir instalados en esta cómoda complicidad, bajo una especie de anestesia que nos impide implicarnos de lleno, levantar la voz de una vez por todas. Es momento de decir basta; toca salir de la zona de confort y dar la cara para proteger a estas mujeres que sufren violencia, día sí, día también; a manos de quienes debieran amarlas y respetarlas. Desde aquí os pido implicación: esta feroz batalla contra el machismo solo puede ser ganada con la participación de la sociedad en su conjunto. No lo hagáis por mí, hacedlo por ellas.

Imagen extraída de la web navarra.es

1 comentario:

  1. Magnifica reflexión Álvaro, como siempre, das en el clavo. La mirada debe ir, desde todos los ángulos,
    dirigida hacia la protección de la mujer (incluidos los menores y personas a su cargo) y señalando al maltratador como único responsable de la violencia. Ojalá se acaben estas cifras de la vergüenza, por TODAS!!!

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