Siete. Un número que bien podría significar un magnífico
rendimiento en un examen, en este caso concreto, apunta en una
dirección muy distinta. Siete son las mujeres presuntamente
asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en lo que va de 2019.
Un total de siete víctimas mortales en escasos 50 días.
Escalofriante, ¿no creéis?
Desde 2003, año en que se comienza a contabilizar la cifra de la
vergüenza (como alguien, acertadamente por cierto, tuvo a bien
bautizarla), son ya 982 nombres de mujeres los que engrosan esta
maldita lista. Para que os hagáis una idea del alcance de la
violencia de género: la banda terrorista ETA dejó un legado mortal
de 853 personas. Se trata, a la vista de los hechos, de una lacra de
alcance social.
Pero lo más preocupante de todo - al menos, a mi juicio - es que en
6 de los casos no existían denuncias previas. Lo repito, para que
cale: no existían denuncias previas. La repetición la baso en que,
todavía, se siguen leyendo titulares de tipo: "ninguna víctima
había denunciado; las 6 mujeres no habían presentado denuncia;
etc." Hace escasos días lo tuiteaba en mi perfil: el lenguaje
es importante y, si depositamos la responsabilidad de la denuncia en
ellas, por un lado podríamos dar a entender que indirectamente las
culpamos de lo ocurrido y, por otro, no menos importante,
transmitimos a la sociedad en general que el peso de pedir ayuda
recae en ellas, exclusivamente. No olvidemos que la culpa exclusiva
ha de recaer sobre el maltratador. Siempre, sin excepciones.
Para aquellos y aquellas que penséis que exagero, o incluso que
carezco de razón, os daré algunas cifras de interés al respecto:
en 2017 solo el 2'25% de las denuncias fueron iniciadas por el
entorno de la víctima. Me refiero a familiares, amistades, vecinos y
vecinas. Voy más allá, si me lo permitís: de 2018 conocemos las
cifras de los tres primeros trimestres y el porcentaje ha descendido
a un 1'4%. Datos, sin duda, desalentadores.
¿Qué explicación hay para esta suerte de silencio? ¿Por qué
seguimos mirando para otro lado? Históricamente se ha esgrimido la
creencia de que los problemas de pareja son de índole privado. Eso
de "los trapos sucios se lavan en casa". Al machismo le
conviene mantener el statu quo: las probabilidades de que un
agresor sea descubierto descienden si se consigue que el apoyo
externo nunca llegue. En relación a este hilo argumental recuerdo
como un chico de 16 años, al término de una charla en instituto, se
me acercó para compartir conmigo una experiencia personal. Contaba
que sus vecinos de abajo discutían con habitualidad. Incluso
puntualizaba que en alguna ocasión había escuchado gritos de la
mujer pidiendo auxilio y ruidos que podrían corresponderse con la
rotura de enseres domésticos - muebles, vasos, etc -. En uno de esos
incidentes le preguntó a su padre si debían llamar a la Guardia
Civil. La respuesta de su progenitor fue taxativa: "No te metas.
Son asuntos de pareja." Yo, en línea con mis convicciones, no
pude evitar pedirle que la próxima vez que ocurra un episodio
parecido marque el 062 o el 112, dé cuenta de los hechos y no le
diga absolutamente nada a su padre. Tal vez me metiera donde no me
llaman, pero no pude evitarlo. Lo hice pensando en ella.
En definitiva, falta conciencia social "por un tubo". No
podemos seguir instalados en esta cómoda complicidad, bajo una
especie de anestesia que nos impide implicarnos de lleno, levantar la
voz de una vez por todas. Es momento de decir basta; toca salir de la
zona de confort y dar la cara para proteger a estas mujeres que
sufren violencia, día sí, día también; a manos de quienes
debieran amarlas y respetarlas. Desde aquí os pido implicación:
esta feroz batalla contra el machismo solo puede ser ganada con la
participación de la sociedad en su conjunto. No lo hagáis por mí,
hacedlo por ellas.
Imagen extraída de la web navarra.es
Magnifica reflexión Álvaro, como siempre, das en el clavo. La mirada debe ir, desde todos los ángulos,
ResponderEliminardirigida hacia la protección de la mujer (incluidos los menores y personas a su cargo) y señalando al maltratador como único responsable de la violencia. Ojalá se acaben estas cifras de la vergüenza, por TODAS!!!